El Escuadrón Perdido, por José Luis D’Andrea Mohr.
Nació: 6 de marzo de 1953
Desapareció: 25 de mayo de 1977
Unidad: Base Naval Puerto Belgrano
Jefe: Capitán de navío Zenón Saúl BOLINO
Comandante de Zona: General Osvaldo R. AZPITARTE
Comandante de Subzona: General Abel Teodoro CATUZZI
Comandante de Zona del domicilio: General Carlos G. SUAREZ MASON
Comandante de Subzona del domicilio: General Juan Bautista SASIAIÑ
Jefe de Area del domicilio: Coronel Roque Carlos PRESTI
Helvio Alcides MELLINO ingresó al servicio militar el 2 de marzo de 1976 y lo asignaron a la Base Naval de Puerto Belgrano, donde fue destinado a la imprenta de Punta Alta.
El 3 de septiembre de 1976 un grupo de civiles armados allanó la casa de la familia MELLINO, en La Plata. Revisaron minuciosamente el domicilio, anotaron datos de toda la familia, preguntaron por el hijo y se retiraron sin explicar la razón del operativo.
En octubre el conscripto MELLINO fue retirado de la Sección Imprenta de Punta Alta, pese al interés de sus jefes por retenerlo, y transferido a la Sección Baterías. En el nuevo destino, por falta de instrucción, no cubría guardias ni tenía puesto fijo. Helvio Alcides narró eso a sus padres mientras gozaba de su licencia de fin de año. Después de retornar a la Base el muchacho mantuvo con su familia sólo relaciones epistolares, porque todos sus francos fueron rechazados sin explicación.
Después de muchos días sin recibir noticias del hijo, los padres viajaron a Puerto Belgrano. Allí las autoridades navales les informaron que su hijo había salido franco el 24 de mayo para cumplir con una comisión ordenada por el teniente de navío José Abdala FiGUEROA en la Universidad de La Plata. Como no regresó, lo declararon desertor.
Hugo Diego cumplía con el servicio militar obligatorio en la Escuela Naval Militar de Río Santiago, provincia de Buenos Aires.
Varios meses después de la incorporación comunicó a su familia la fecha de su baja: 4 de noviembre de 1976. Así ocurrió, y Hugo Diego embarcó con otros compañeros en la lancha que los dejó, ya civiles, en el muelle de la orilla opuesta. Después de desembarcar, Hugo y otro compañero fueron detenidos por civiles armados que dijeron ser de Coodinación Federal, modo habitual de presentación de los terroristas del Estado. Los dos muchachos fueron introducidos uno en cada automóvil de los secuestradores, que partieron tranquilamente ante el asombro de los demás ex soldados.
No hubo modo de saber el destino de Hugo Diego. En 1984 el jefe del Estado Mayor General de la Armada, contraalmirante Ramón A. Arosa, contestó al ministro de Defensa que: “[…] el citado ex conscripto fue dado de baja el 1º de noviembre de 1976, por Deficiente Aptitud Física”. Eso fue todo lo que aportó la Armada sobre la desaparición de un ex soldado recién desembarcado en un muelle de la Marina.
El Escuadrón Perdido, por José Luis D’Andrea Mohr.
Nació: 18 de septiembre de 1955
Desapareció: 8 de abril de 1976
Unidad: Centro de Instrucción y Adiestramiento Buenos Aires (Prefectura Naval Argentina)
Jefe: Prefecto Jorge Arnoldo GENTILUOMO
Actuante: oficial principal Marcos Gabriel PIRONI
Comisaría 2º (Martínez): Comisario Oscar Arnaldo MATEU
Jefe de Area del domicilio: Coronel Juan Carlos CORRADO
Comandante de Zona: General Santiago Omar RIVEROS
Director de Administración Prefectura: Prefecto general Néstor Manuel PUJATO
Presidente del Tribunal de Cuentas: Doctor José M. FERNANDEZ FARIÑA
El 5 de febrero de 1977, después de finalizar el sumario administrativo, el prefecto nacional naval dio de baja al marinero de segunda (conscripto) Claudio BIGNASCO por “incurrir en abandono de servicio sin causa justificada, con el agravante de haber perjudicado al mismo”. El 7 de septiembre de ese año, diecisiete meses después de la desaparición de Claudio, la misma autoridad naval resolvió: “Intimar al referido subalterno para que proceda a la cancelación total de la deuda reclamada [se le reclamaba el pago del equipo que debía tener en su poder], bajo apercibimiento de lo que hubiera lugar, por derecho, en caso de incumplimiento”
Claudio Daniel cumplía con el servicio militar obligatorio en la Prefectura Naval de Olivos desde el 17 de septiembre de 1975. Cubría el turno de seis de la mañana a dos de la tarde, almorzaba en su casa y se iba a trabajar en un negocio de antigüedades en Belgrano. Regresaba del trabajo y dormía en su casa de Martínez.
El 8 de abril de 1976 Claudio Daniel estaba solo en la vivienda porque su hermano Gustavo había salido. Por la madrugada se realizó en esa casa un brutal operativo por parte de un grupo armado movilizado en seis automóviles. Secuestraron al muchacho, robaron toda clase de objetos y provocaron un incendio que destruyó gran parte de la casa.
Cuando el hermano del secuestrado llegó, por la mañana, se encontró con bomberos, policías y personal de la Prefectura de Olivos que le preguntó “por qué Claudio no se había presentado”.
De inmediato, Gustavo comunicó todo a su padre, quien por entonces residía en Comodoro Rivadavia y viajó rápidamente a la Capital Federal. No recibió explicación alguna en la seccional policial de Martínez, tampoco en Coordinación Federal, ni en el Ministerio del Interior, ni en el Comando en Jefe del Ejército.
Los habeas corpus fueron rechazados y, pese a que la casa de los BIGNASCO fue saqueada y semidestruida, el padre de Claudio fue intimado a pagar 18.610 pesos, valor de lo “adeudado” por el “desertor’. Desesperado por no entorpecer su búsqueda, el señor Bignasco cumplió con el pago dispuesto por el Tribunal de Cuentas de la Nación, a cargo del doctor José M. FERNANDEZ FARIÑA.
“Hugo Milscíades CONCHA LOPEZ llevaba catorce meses de servicio militar en el Batallón de Ingenieros de Combate 141 de Santiago del Estero, su ciudad natal.
El 17 de mayo de 1976 a las seis y cuarto de la mañana, Julio caminaba hacia el cuartel, como todos los días. A dos cuadras de su destino fue secuestrado, ante testigos, por dos individuos que, junto a un tercero, escaparon con el joven en un automóvil marca Chevy. Durante la acción hubo un forcejeo y uno de los secuestradores perdió una pistola, que luego entregó en el Batallón un transeúnte que la encontró. Esta devolución fue reconocida días después por el teniente coronel Virgilio CORREA ALDANA al padre de Julio Milscíades.
Por la noche, el padre del conscripto se entrevistó con un miembro de la SIDE local, comisario Miguel GARBI, quien dijo ignorar los motivos del episodio. Al día siguiente el padre del conscripto se presentó en el Batallón y pidió hablar con el jefe. Después de una hora de espera -CORREA ALDANA estaba “muy ocupado”- le anunciaron que sería recibido. En ese instante vio salir del despacho del jefe a los comisarios MUSSA AZAR y GARBI, el mismo a quien entrevistara en la SIDE la noche anterior.
El teniente coronel CORREA ALDANA no dio explicaciones al padre de Julio, cuyos esfuerzos se estrellaron, invariablemente, contra la complicidad de los militares.
El padre del conscripto desaparecido recordó que su hijo, al regresar del Operativo Independencia, comentó con la familia que le habían ofrecido integrar un grupo de “contrainsurgencia”. Los padres insistieron en que se dedicara a terminar sus estudios de ingeniería en computación y el muchacho rechazó la oferta del Area Inteligencia Militar. Ese rechazo pudo ser el motivo para que el joven Hugo Milscíades pasase de colaborador a torturado y desaparecido en el centro clandestino de detención “La Escuelita de Famaillá”, último lugar donde fue visto. ”
Las instalaciones del Hospital Militar Central fueron utilizadas durante el terrorismo de Estado como centro clandestino de detención de prisioneros heridos y de embarazadas secuestradas. Guillermo José realizaba el servicio militar en el Hospital Milita Central (durante 1976 habían desaparecido de allí los soldados David Chab Tarab, Raúl Rinaldi y Luís E. Giménez D’Imperio).
El 27 de enero de 1977 Guillermo José salio de su casa con la novia, en el automóvil de su padre. Desde ese momento se desconoce el paradero de ambos jóvenes y del vehiculo.
Un mes después de la desaparición de Guillermo José y de su novia, y luego de aconsejar a la familia que confiara en las autoridades militares, murió el padre del conscripto. La madre de Guillermo José siguió ese consejo y se entrevistó con las autoridades sanitarias y militares del Hospital Militar Central, sin resultados. En el Comando del Cuerpo de Ejercito I fue atendida por los tenientes coroneles Gática y Minicucci y hasta recibió en su casa la visita del “mayor Guastavino”. Este no era otro que el agente civil de inteligencia Raúl Guglielminetti, quien aconsejó a la pobre mujer “tener fe y esperar”.Guillermo y su novia jamás aparecieron.
El Escuadrón Perdido, por José Luis D’Andrea Mohr.
Nació: 12 de abril de 1954
Desapareció: 5 de septiembre de 1975
Unidad: Comando del Cuerpo de Ejército III (Córdoba)
Comandante: General Carlos D’ELIA LAROCCA
Segundo comandante: General Antonio VAQUERO
Jefe del Destacamento de Inteligencia 141: Teniente coronel Oscar BOLASINI
A principios de 1975 Francisco Ireneo REYNA se incorporó para cumplir con el servicio militar en el Comando del Cuerpo de Ejército III, entonces bajo el mando del general Carlos D’ELIA LAROCCA, que fue relevado por el general Luciano Benjamín MENENDEZ en septiembre de 1975.
El 3 de septiembre el domicilio familiar de Francisco Ireneo fue allanado por un grupo de civiles armados que se presentó como de “Inteligencia”. Preguntaron por el muchacho y, cuando se les respondió que era conscripto en el Cuerpo III, se llevaron detenido al hermano menor de Francisco, que permaneció un día en la Jefatura de Policía de Córdoba.
En realidad, Francisco había llamado a su casa para avisar que estaba castigado con diez días de arresto. No obstante, y sorpresivamente, el 5 de septiembre le dieron franco. Subió al ómnibus que lo llevaba a su domicilio, descendió en la parada habitual y caminó hacia la casa, pero antes de llegar fue interceptado por un grupo armado que viajaba en un Peugeot 404 blanco. Ante buena cantidad de testigos el soldado fue subido al vehículo, que partió haciendo ulular la sirena.
Sus padres jamás volvieron a saber de él. En julio de 1976 detuvieron a su hermana, Clara Mercedes, y la mantuvieron dieciocho días en el centro clandestino de detención “La Ribera”. Ella fue liberada el 26 de julio; de su hermano soldado sólo se sabe que está desaparecido.
Ruben Horacio Gargaglione, realizaba el Servicio Militar Obligatorio en el Grupo de Artilleria 9 de Sarmiento, Chubut. Fue secuestrado a fines de Noviembre de 1976, al día de hoy engrosa la lista de Colimbas Desaparecidos.
En 1976 Wenceslao Araujo cumplía con el servicio militar en el Edificio Cóndor; sede del Comando en Jefe de la Fuerza Aérea (CJFA).
A principios de julio los padres de Wenceslao dejaron de tener noticias de su hijo. Como la madrina del muchacho era madre del brigadier Damianovich recurrieron a ella para que averiguara qué pasaba con el conscripto. El 7 de julio recibieron el llamado telefónico de un hombre que dijo ser secretario del brigadier Damianovich para para enterarlos de que Wenceslao faltaba de su destino sin causa.
A las siete de la tarde de ese mismo día se presentaron en el Centro Editor, lugar de trabajo del señor Araujo, cuatro individuos de civil y armados. Revisaron todo el local, imprenta y depósito y detuvieron al matrimonio Araujo. Vendados y tirados en el piso de un automóvil, llegaron a un lugar que pudo ser el centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, inmueble alquilado y operado por la SIDE dentro del Área V de la Subzona Capital Federal.
Dentro del centro y aún vendados, fueron interrogados por un individuo de nacionalidad paraguaya, de acuerdo a lo que pudo interpretar el señor Araujo, de la misma procedencia. Este interrogador insistía en la conveniencia de trasladar a los detenidos al Paraguay, previa autorización del “jefe”. Finalmente, el matrimonio fue liberado cuarenta y ocho después de la detención, en inmediaciones del Jardín Zoológico.
Comenzó agosto y los Araujo seguían sin noticias de su hijo. El 7 de ese mes, el domicilio de la familia, en Valentín Alsina, fue allanado por un grupo civil armado que buscaba al “desertor”. Los incursores revolvieron la casa y se apropiaron de acciones de la Cooperativa Boquerón porque, dijeron, era una organización de “extremistas” y “revolucionarios”; amenazaron al señor Araujo con hacerlo desaparecer en Paraguay y advirtieron al matrimonio que no volviera a llamar al brigadier Damianovich – lo habían hecho en ocasión del secuestro del 7 de julio.
Ese mismo grupo de tareas visitó nuevamente la casa de los Araujo para retirar el uniforme del conscripto secuestrado, quien jamás apareció. http://www.desaparecidos.org/arg/victimas/a/araujow/
Eduardo Pablo era “cabo en comisión” en la Escuela de Servicios para Apoyo de Combate “Gral. Lemos”, donde se preparaba como radiólogo. Ingreso allí el 3 de marzo de 1977 y fue dado de baja por ausencia “sin causa” el 30 de abril de 1977.
De acuerdo a lo “investigado” por las autoridades de la Escuela de Servicios para Apoyo de Combate, el miércoles 13 de abril se recibió una comunicación telefónica de la madre de Eduardo para pedir que enviaran a su hijo a la casa porque ella estaba muy enferma. Ésta explicación se la dieron a la madre de Eduardo Pablo cuando concurrió al cuartel para ver a su hijo. La señora tenía motivos para temer: el 14 de abril había sido secuestrada, en la Capital Federal, su novia Mirta Gladys López, aún desaparecida.
Aquel falso llamado telefónico se convirtió en el pasaporte al escuadrón perdido para su hijo. Albarracín fue visto por última vez en uno de los centros clandestinos de detención de Campo de Mayo, bajo la autoridad del general Santiago Omar Riveros, comandante de Institutos Militares.
Sus amigos Armando Hurt y Nélida Carranza también fueron desaparecidos.
Desaparecido el 20/7/76 Darío Oscar Bedne vivía con sus padres en la Capital Federa. En la madrugada del 20 de julio de 1976, como todos los días, salio de su casa para ir a presentarse al Regimiento 1 de Infantería, donde cumplía el servicio militar.
A las diez y media de la mañana de ese día llamaron por teléfono del cuartel para saber por que no se había presentado el soldado Bedne. Esta llamada hizo que el padre concurriese rápidamente al Regimiento 1. En el puesto de guardia de la entrada se encontró con un soldado compañero del hijo, miembro como él, de la Sociedad Hebraica Argentina, quien le dijo que había visto ingresar a Darío. El señor Bedner continuó su camino hacia el interior de la unidad y, al cruzarse con un subteniente y preguntarle por su hijo, el oficial respondió que no estaba dentro del Regimiento. Igual respuesta recibió del capitán Conforti y de los tenientes Ferrero y Del Torchio. Lo afirmado por los oficiales fue ratificado a su vez por el coronel Humberto Lobaiza, Jefe del Regimiento 1.
El señor Bedne hizo una primera denuncia en la comisaría 7ª y presento un primer hábeas corpus, rechazado en el Juzgado Federal Nº 5 a cargo del doctor Ramón A. Montoya, el 7 de octubre de 1977. El segundo hábeas corpus fue rechazado el 27 de junio de 1978 por el Juez Nº 6, doctor Cesar Marcelo Tarantino.
Darío Oscar Bedne está desaparecido y sin duda fue secuestrado dentro de su propio Regimiento 1 de Infantería “Patricios”.
Conocí al gordo Darío. Hicimos juntos la secundaria y compartimos algo de la facultad. Era un buen amigo. Recuerdo que discutíamos mucho de política. Yo, en aquellos años de proscripción del peronismo y con Perón en el exilio, veía como tantos jóvenes, en el retorno de Perón, la esperanza del final de la dictadura y de nuevos aires para la realidad nacional. Darío no estaba de acuerdo. Recuerdo haber pasado con el un par de días de campamento en Miramar. A pesar de nuestras discusiones teníamos una buena relación. Luego en la facultad de filosofía y letras de la Av Independencia nos cruzamos un par de veces, aunque ya más distanciados. Para entonces nuestras diferencias políticas se habían profundizado, pero siempre guardamos uno por el otro no solo respeto sino también cariño.
Cuando pienso que yo también hice la colimba bajo la dictadura, pienso que también podría haber sufrido la misma suerte, sólo que al hacerla en el año 80 con prórroga, quizás para entonces lo mas atroz ya había ocurrido. Eso, sumado a mi militancia no en la izquierda sino en el peronismo, hicieron de mí un sobreviviente y de él un desaparecido.
Hoy no sé por qué lo he recordado y buscando su nombre por internet llegué hasta aquí.
Va entonces para Darío, mi compañero de la secundaria, mi recuerdo y mi dolor por su ausencia. No se puede entender ninguna desaparición, pero en cuando me detengo en el recuerdo del gordo Bedne, en su andar bonachón y pachorriento, sin prisas, todo me parece más absurdo.
José se encontraba prestando el Servicio Militar en el Regimiento de Granaderos de San Martín, Palermo. El 26-10-1976 un familiar concurrió al Regimiento donde le informaron que había sido enviado en comisión en busca de una batería a pocas cuadras del cuartel, y no había regresado. Agregaron que ese día se había recibido un parte de la Policía Militar informando que Aleksoski había sido interceptado en la estación Constitución, pero había escapado. En marzo de 1977, la familia tuvo conocimientos que dos compañeros de la victima habían sido detenidos días después de su desaparición y trasladados al lugar donde este se encontraba secuestrado. Allí, Alesksoski les había relatado su detención producida a pocas cuadras del regimiento. Uno de los compañeros fue liberado a los pocos días y el otro permaneció detenido y desaparecido hasta abril de 1977. Según la versión que dieron, los tres se hallaban encapuchados y bajo custodia de dos oficiales del ejército. A partir del momento de la detención nada se ha sabido de ellos.
Monseñor Graselli fue llamado a declarar para que informe si conocía el destino de José Aleksosky. La testigo Zivana Aleksosky, hermana del desaparecido, declaró que a Graselli “lo pusieron los militares para que entretenga” a los familiares de los desaparecidos y que en un encuentro que tuvo con él “vi que debajo de la sotana tenía un arma”. Cuando el Tribunal le preguntó si en esa época se armaba, Graselli sentenció: “Jamás. Soy enemigo de las armas”.
En su declaración ante la CONADEP, que Graselli no recordaba, el prelado contó que recibía “llamados anónimos” que le daban datos sobre dónde estarían los detenidos ilegales. Sobre Aleksosky, Graselli averiguó que el desaparecido “estuvo en (el centro clandestino de detención de) Arana”, y reconoció que hizo gestiones por él ante el Ministerio del Interior para sacarlo del país.
Era estudiante de ingeniería nuclear en la Universidad de Santiago del Estero
Fue secuestrado en Villa Martelli, Buenos Aires
No tenemos testimonio de su paso por un Campo Clandestino de Detención
Le presentaron un cuerpo totalmente destruíodo a la familia de Guillermo, diciéndoles que era él. El padre lo reconoció, pero la madre no. Todavía no se sabe donde descansan sus restos.
Los militares lo desaparecieron cuando cumplía con el Servicio Militar Obligatorio en la Patagonia. Cuatro décadas después, nadie parece recordarlo en el lugar de su secuestro.
Héctor Irastorza desapareció en Puerto Deseado. Aunque le faltaban pocos días para terminar la colimba, los militares quisieron instalar la idea de que había desertado. Tiempo después, testigos aseguraron haberlo visto en un centro clandestino de detención. Desapareció en Puerto Deseado, pero nadie parece saberlo o recordarlo. A diferencia de Andrés Armendáriz, el militante deseadense desaparecido en Capital Federal, él no tiene ninguna placa en la ciudad santacruceña que lleve su nombre, ni ninguna calle, ni siquiera páginas en el diario o menciones en los actos del 24 de marzo. Casi cuarenta años después, su nombre también sigue desaparecido en Puerto Deseado.
Héctor Manuel Irastorza estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio. Se había recibido de veterinario en la UNLP y había militado en la Juventud Universitaria Peronista. Al terminar la carrera, en enero de 1976 se presentó en el Ejército -había conseguido una prórroga por estudio- y lo destinaron al Escuadrón de Caballería Blindado Nº 9, en Puerto Deseado, Santa Cruz. Las dos licencias que tuvo durante su servicio las aprovechó para volver a La Plata a visitar a sus padres, Manuel Irastorza y Huri Qüesta.
El ex capitán del Ejército Argentino José Luis D’Andrea Mohr cuenta la historia de Irastorza —y las de otros 128 soldados que también fueron secuestrados y desaparecidos mientras prestaban servicio militar durante la última dictadura— en su libroEl escuadrón perdido. “El 26 de febrero de 1977 los padres de Héctor Manuel viajaron a Puerto Deseado para visitar al hijo, seguros de regresar con él ya de baja. Para su asombro, el jefe del Escuadrón, mayor Juan José Vargas, les comunicó que el 10 de febrero el soldado Irastorza había sido enviado por él mismo en comisión al Comando de la Brigada de Infantería IX, en Comodoro Rivadavia. Como no regresó el 14 de febrero, como correspondía, le iniciaron actuaciones por deserción”, detalla el militar que contribuyó con múltiples causas en contra de represores.
Habían pasado dieciséis días del hecho cuando Manuel y Huri hablaron con Vargas. “Lo primero que nos dijo fue que habría una mujercita entre medio”, recordó en el juicio la madre de Irastorza. La pareja inmediatamente echó por tierra esa suposición. No tenía mucho sentido que un joven con un título universitario y a pocos días de cumplir con el servicio desertara. Por eso se quedaron unos días más en Deseado para investigar qué había pasado con su hijo.
“Averiguaron que el 10 de febrero a las ocho y media de la mañana su hijo había tomado el ómnibus con destino Comodoro Rivadavia, conducido por un señor Zapata. Hasta el momento del embarque Héctor Manuel estuvo acompañado por un cabo enfermero de apellido Montenegro”, diceEl escuadrón perdido. Según la declaración de la madre del soldado en el Juicio por la Verdad que investigó su desaparición, Irastorza fue bajado del colectivo que iba a Comodoro por personal militar en Caleta Olivia.
Años más tarde, Patricia Pérez Catán, una mujer que había estado secuestrada en el centro clandestino de detención “La Cacha”, le escribió una carta a Huri Qüesta: “Sí, señora, yo estuve con Héctor, que le decían ‘el Pesca’. Nuestros colchones eran el piso, estaban bastante cerca y pudimos charlar bastante. Así supe que él estaba haciendo el Servicio Militar en el sur cuando lo detuvieron y luego lo llevaron a La Cacha, donde estuvo en los meses de marzo-abril de 1977, hasta que un día trasladaron a todos los conscriptos juntos a otro lugar, nunca supe dónde, y desde ese momento no tuvimos más noticias de ellos”.
El verdugo.
“’Yani’ Vargas era un hombre muy sociable en Puerto Deseado. Participaba de cenas y almuerzos de gente caracterizada. Hoy por hoy, por ahí aparece cuando ves fotos viejas en Facebook”, dice Osvaldo Bidabehere sobre el militar que mandó a Irastorza a Comodoro. Osvaldo estuvo cuatro años preso en la cárcel de máxima seguridad de Sierra Chica. Oriundo de Deseado, se había ido a estudiar ingeniería a Bahía Blanca. Ahí lo detuvieron en 1975, cuando denunciaba un futuro golpe de estado junto a sus compañeros del Partido Comunista Revolucionario.
—Cuando volví a Puerto Deseado, me largaron con un sistema de libertad condicional en el que yo quedaba bajo el mando del ejército. La primera vez que nos vimos, le dije a Vargas algo que lo enardeció bastante. Él me empezó a hablar de la subversión y yo le dije que los únicos subversivos eran ellos, que habían subvertido el orden constitucional, habían derrocado a un gobierno e implantado el terror.
—¿Y él qué contestó?
—Se enfureció mucho, me dijo que me iba a hacer desaparecer, que me iba a pasear por todo el país, que él podía hacer lo que quisiera conmigo. Y yo le dije que sí, que era cierto. Pero que todo ese verso de la lucha contra la subversión no era para mí.
—¿Cómo supervisaba tu libertad condicional?
—Él no necesitaba custodiarme, porque Deseado mismo me custodiaba. A mí me pasaron cosas muy duras, como caminar por una vereda y que la gente cruce para la otra. Yo nací acá, a una cuadra. No maté, no violé, no robé un banco. Y hasta el día de hoy tengo que dar muchas explicaciones, después de muchos años.
Otro deseadense que conoció de cerca a Vargas fue Eduardo Peralta. Cuando los militares tomaron el poder por la fuerza en 1976, él tenía 23 años y era director del único medio de comunicación local, el semanario El Orden. “Teníamos contacto directo con él. Se vino a presentar y nos dijo que no había que criticar tanto ni buscar nada. En su momento las personas mayores que estaban en Deseado, algunos de la Cámara de Comercio y algunos amigos que teníamos, por los artículos que escribíamos nos empezaron a decir ‘No escriban más, porque van a tener problemas graves, principalmente de ir presos y nunca más volver’”, recuerda.
El 29 de septiembre de 2004, el coronel retirado Juan José Vargas se negó a declarar en el juicio por la desaparición de Irastorza. El militar dispuso de un numeroso cuerpo de abogados que presentó dos escritos para impedir su declaración. De su carrera en las Fuerzas Armadas se sabe que en noviembre de 1979, después de haber cumplido funciones en Puerto Deseado, fue edecán presidencial de Jorge Rafael Videla.
Han pasado más de 44 años de aquel día en que el soldado y veterinario que había enseñado a leer y escribir a siete compañeros de cuartel fue bajado de un colectivo de larga distancia. Fue secuestrado por los militares y fue olvidado por los civiles. Por eso, Héctor Manuel Irastorza fue dos veces desaparecido.